Letra: Carlos Ceretti/ Oscar Pometti
Música: Oscar Pometti
Este video va como adelanto de este tema que estoy terminando de grabar con guitarras de Néstor Gómez y mía (Oscar Pometti), Omar Gómez en bajo, Horacio López en percusión. Voz y coros Oscar Pometti.
En unos días voy a publicar el video completo.
Si fuimos jugando los dos en la vida el juego inocente de las escondidas, al hacer balance ya no hay Dios que alcance para perdonarnos la cruel diversión.
Te oculté los vueltos de malas monedas. Vos, tu limpia risa y aún cuánta te queda. En sitios sin dueño dejamos los sueños. Así nadie encuentra vestigios de amor.
Te invito a que grites como cuando niña, después de algún beso o de alguna riña: ¡ piedra libre al negro, detrás del sillón ¡ Para correr, para alcanzarte y por fin librarte del hollín del corazón. Si tu llanto juega a las escondidas con mis dos verdades, con mis cien mentiras quisiera encontrarlo, pedirle perdón, no importa la cuenta llegaré al millón.
Buscando perdimos, también aprendimos a ocultar lo puro tras lentes oscuros. Sentimos vergüenza de lo que se piensa y hasta la conciencia jugó y se escondió.
Por las noches, cara sucia de angelito con bluyín, vende rosas por las mesas del boliche de Bachín.
Si la luna brilla sobre la parrilla, come luna y pan de hollín.
Cada día en su tristeza que no quiere amanecer, lo madruga un seis de enero con la estrella del revés, y tres reyes gatos roban sus zapatos, uno izquierdo y el otro ¡también!
Chiquilín, dame un ramo de voz, así salgo a vender mis vergüenzas en flor. Baleáme con tres rosas que duelan a cuenta del hambre que no te entendí, Chiquilín.
Cuando el sol pone a los pibes delantales de aprender, él aprende cuánto cero le quedaba por saber. Y a su madre mira, yira que te yira, pero no la quiere ver.
Cada aurora, en la basura, con un pan y un tallarín, se fabrica un barrilete para irse ¡y sigue aquí! Es un hombre extraño, niño de mil años, que por dentro le enreda el piolín.
Chiquilín, dame un ramo de voz, así salgo a vender mis vergüenzas en flor. Baleáme con tres rosas que duelan a cuenta del hambre que no te entendí, Chiquilín.